
El agua es un erosivo muy enérgico. Cuando el suelo ha quedado desprotegido de la vegetación y sometido a las lluvias, los torrentes arrastran las partículas del suelo hacia arroyos y ríos. El suelo, desprovisto de la capa superficial, pierde la materia orgánica (humus) y entra en un proceso de deterioro que puede originar hasta un desierto.

El viento es otro de los agentes de la erosión. El suelo desprovisto de la cortina protectora que forman los árboles, es víctima de la acción del viento que pule, talla y arrastra las partículas de suelo y de roca.
Los paisajes generados en zonas áridas y desérticas son muestras evidentes de la acción de este factor.
El aire y el agua han esculpido la tierra desde que se formó la corteza, los grandes procesos geomórficos han modificado la superficie terrestre a lo largo de millones de años. Hoy la actividad humana hace su parte y muchos sitios se modifican por ella.
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